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Los brazos armados del Cártel de Sinaloa en guerra

Por su avaricia de ganar terreno en el Cártel de Sinaloa, jefes de células criminales usaron escuadrones para mermar a sus enemigos de la propia organización delictiva y convertirse en líderes únicos.

El caso más representativo es el de ‘Los Ántrax’, a cargo de Rodrigo Aréchiga, quien era responsable de la seguridad de Ismael ‘El Mayo’ Zambada y de su familia.

La característica del grupo de Los Ántrax es la violencia con la que operan y el alarde que hacen en redes sociales de sus lujos, armas, drogas, dinero y mujeres. 

Un célula criminal que encarnó una rivalidad a muerte contra el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) fue la conocida simplemente como ‘El Virus’. El grupo criminal tenía como sede Guerrero, era una  mafia que controlaría los secuestros, robos y extorsiones en la exclusiva zona turística de Acapulco.

Ulises y Gustavo Laredo Guerrero, Fredy Santos alias "La Popis", son las cabezas de la organización delictiva.

Otra célula delictiva que ganó fama fue ‘Los 28’, usada por Dámaso López ‘El Lic’ para quitarse de encima a ‘Los Chapitos’.

El grupo de sicarios tenía como tarea quitar del panorama a Iván Archivaldo, Jesús Alfredo y Ovidio Guzmán, los herederos del cártel de Sinaloa.   Los 28 se mantenían operando de manera independiente en Baja California Sur, desde donde se rentaban como sicarios del Cártel de Tijuana o de alguno de los 10 grupos que operan en el interior del Cártel de Sinaloa.

El grupo de matones a sueldo se integró en 2014 bajo el mando de los hermanos Felipe Eduardo, Jorge Alberto y Carlos Guajardo. Se dice que la célula ahora sirve a Nemesio Oseguera Cervantes, pero su trabajo de quitarse a los hijos del Mencho permanece.

 Dámaso López Serrano, alias ‘El Mini Lic’, formó Los Dámaso en Baja California, célula que finalmente optó por cuidar los intereses de la organización, principalmente en las zonas turísticas de La Paz, Guerrero Negro, Mulegé, Comondú y Los Cabos, donde se dedicaban al narcomenudeo.