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Relato: Los 4 que sobrevivieron al ataque en Irapuato fingieron su muerte hasta que los asesinos se fueron

Irapuato, Guanajuato, 10 de julio.-  Cuatro de los siete sobrevivientes de la masacre del anexo “Buscando el camino a mi recuperación” fingieron su muerte, pese al dolor que les originaron los impactos de bala que recibieron aquella tarde del miércoles primero de julio. Tres hombres con armas “como las que portan los policías” rompieron con su tranquilidad mientras veían una película en la planta alta de aquella casa, ubicada en la colonia Arandas en Irapuato.

Esto, trascendió durante la audiencia, donde el representante de la Fiscalía, Jorge Alvarado, expuso los datos de prueba contenidos en la carpeta de investigación, para señalar a Jesús Emanuel “N” alías “El Jordán” y /o “El Muletero” como uno de los tres presuntos responsables de la masacre.

 Estos son los 24 jóvenes del anexo antes de ser atacados, le cantaban a Dios.

La Fiscalía destacó que los familiares de los internos fallecidos presentaron un acumulado de 27 denuncias por homicidio calificado, y de los siete heridos, sólo seis hicieron lo propio por el delito de homicidio calificado en grado de tentativa.

También se explicó que dos heridos aún no han emitido su declaración por la gravedad de sus lesiones, que los mantienen al día de hoy hospitalizados, pero otros sí relataron los hechos acontecidos, entre ellos, una mujer. Todos aceptaron estar en tratamiento contra las adicciones.


Después de la hora de la comida, los internos hombres se concentraron en la sala de juntas de la planta alta para ver una película, mientras que las mujeres estaban en la parte de abajo con Erasmo “N”, propietario del anex, y a quién todos identificaron como el padrino, así como sus auxiliares.

Alrededor de las cinco de la tarde, coinciden en que escucharon un golpe en la reja y tres hombres con armas “como las que portan los policías” ingresaron al inmueble. Sometieron a las cuatro mujeres ahí se encontraban y las condujeron a los dormitorios, donde les pidieron colocarse boca-abajo.

Los hombres se dirigieron a Erasmo, a quién le pidieron las llaves para entrar a la planta alta. En este punto, ya los internos habían escuchado los gritos de sus compañeras y de los tres hombres vestidos de negro.

“Nos van a matar”, gritaron los jóvenes, cuando vieron a los sujetos ingresar hasta donde estaban ellos.

“No por favor no me maten”, imploraron unos.

Los hombres ordenaron a los internos tirarse bocabajo con las manos al frente mientras les apuntaban con armas largas. Uno de ellos cuestionó: ‘¿Dónde está el hijo puta madre de Francisco?”.


El mismo hombre paró a uno de los jóvenes, lo golpeó en el estómago y le preguntó nuevamente por Francisco, a lo que éste respondió que no había un Francisco en ese lugar.

La persona sacó su teléfono celular, se comunicó con alguien a quién le informó que no había un Francisco ahí, respondió a una aparente orden y nuevamente cuestionó a los jóvenes, pero está vez lo hizo identificándose como miembro de un cártel.

Los tres sujetos apuntaron y comenzaron a disparar a los internos, caminando entre ellos. Cuatro de los sobrevivientes fingieron su muerte, sin importar el dolor de las heridas, de reojo habrían visto los rostros de los presuntos responsables, quienes después de la ráfaga de balas, nuevamente uno sacó su teléfono móvil y comenzó a sacar fotografías y un video de la escena.

Otros dos testigos, señalaron que “se hicieron bolita” y se ocultaron entre las colchonetas.

“Ya estuvo, vamos a la verga”, dijeron los hombres al bajar, pero ahí nuevamente escucharon disparos, al mismo tiempo que cuestionaban que harían con las mujeres.

Después de los gritos de pánico, y hombres que imploraban por su vida, solo se escucharon lamentos y quejidos de dolor.

Cuando se percataron los agresores arrancaban los vehículos, las mujeres salieron de la habitación donde vieron a Erasmo y sus auxiliares en el anexo, ya sin vida.


En la escena del crimen se recabaron 87 casquillos percutidos calibres 9mm; .223 y 5.56

Según el representante de la Fiscalía, uno de esos testigos, reconoció a los atacantes. Uno de ellos, Jesús Emanuel “N”, a quién describió primero en un retrato hablado, algunas de esas características señalaban a un hombre con un mechón de cabello azul; posteriormente mediante un reconocimiento fotográfico.

¿DE DÓNDE SURGE JESÚS EMANUEL “N”?

Jorge Alvarado narró que el inculpado surgió de una búsqueda de datos, entre cuyos registros estaba su detención el pasado 20 de junio. Jesús Emanuel fue uno de los 26 detenidos en aquel cateo de la comunidad San Isidro Elguera, en Celaya.

Habría sido puesto a disposición por delitos contra la salud, de lo que no fue vinculado a proceso y se decretó su libertad expuso la Fiscalía.

El testigo lo identificó en el reconocimiento fotográfico como el hombre del mechón azul con tatuajes en los dedos de las manos.

Nunca se detalló cómo y cuándo fue detenido Jesús Emanuel, pues la Fiscalía sólo se limitó a mencionar que el joven de 25 años trabaja en una barbería de Celaya, a cuyo propietario Christian “N” y a su esposa María “N” les pidió asilo para quedarse el primero de julio.


Esto lo había declarado la propia María, quién además aseguró tener un “traste verde”, indicio que el representante de la Fiscalía, señaló, fue asegurado, pues Jesús lo usó para teñirse de negro el mechón de cabello de azul a negro.

Cabe destacar que aunque no dio detalles el abogado defensor, René Vázquez Arreola solicitó datos de pruebas para acreditar la inocencia de su representado, que señaló fue detenido junto al matrimonio, Christian y María, de quienes aparentemente se creyó que habían sido privados de su libertad y posteriormente se mencionó que fueron arrestados el 2 de julio.

Será este lunes por la mañana cuando venza el plazo de 144 horas, luego de que el abogado defensor pidió duplicidad al término constitucional, para recabar pruebas que acrediten la inocencia de su representado, de quién la Fiscalía solicitó a la Jueza de Control sea vinculado a proceso.