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Las narconóminas, los “contadores” y la masacre de San Fernando: El reinado de terror de Los Zetas

La primera mención de la organización criminal, que surgió a principios de siglo como el brazo armado del Cártel del Golfo, con integrantes que provenían de la élite militar mexicana y se le considera una de las más sanguinarias, se da años antes de que Calderón asuma como presidente.

Estamos en 2004 y Calderón asegura tener el primer conocimiento directo sobre la “nueva y terrible realidad”: estaba ocurriendo lo que algunos especialistas denominan “captura del Estado” por parte del crimen organizado, en palabras del autor.

"Ya había renunciado a la Secretaría de Energía por diferencias con (el ex presidente Vicente) Fox, y fui a Tamaulipas a apoyar a los candidatos del PAN (Partido Acción Nacional) para las elecciones locales de noviembre”, relató.

“Al llegar al municipio de Miguel Alemán, me sorprendió el nivel de temor y desolación en la que vivían sus habitantes. En desesperados comentarios que me hicieron los panistas del estado antes de empezar el mitin, me narraron las indignantes historias de terror que ocurrían en la zona", añadió.

Los Zetas, en palabras de los habitantes, se habían “apoderado del municipio”. “Ellos autorizaban quién podía ser candidato y quién no, extorsionaban a la población y controlaban sus movimientos. Los compañeros estaban preocupados porque habían recibido amenazas por la mera celebración del mitin”, destacó

Calderón rememoró que, cuando señaló a la policía del lugar como el garante de que ahí estaban seguros, le contestaron: “Felipe, ellos son los Zetas”. “Nuestro dirigente municipal —cuyo nombre reservo— tuvo que huir pronto dejándolo todo”, precisó.

La nómina de Los Zetas


Ya como mandatario federal, Calderón recordó que, cuando se lanzó a la traducción de las fuerzas de seguridad para expurgar a sus miembros corrompidos, descubrió con el paso del tiempo que más y más agentes de la ley era sobornados por la delincuencia e incluso, estaban incluidos en las llamadas “narconóminas”.

“Listas de comandantes y agentes pagados, semana a semana, por los delincuentes. Los ejemplos son incontables, baste uno por ahora: en una ocasión el Ejército detuvo a una célula de Los Zetas en Coahuila. Al hacerlo manifestaron que ese grupo sobornaba al fiscal del estado”, destacó el ex presidente.

Calderón aceptó el “sometimiento de las agencias de seguridad y justicia por parte del crimen organizado". “Sea por corrupción, sea por intimidación, o sea por mera debilidad estructural y presupuestal, había que transformar al Estado por medio de sus agencias encargadas de proveer seguridad, procurar y administrar justicia”, explicó.

Sin embargo, en la actualidad, el secretario de Seguridad Pública del gobierno calderonista, Genaro García Luna, uno de los principales encargados de instrumentar la “Guerra contra el narcotráfico”, se encuentra detenido en Estados Unidos, acusado de corrupción y nexos con grupos criminales. El ex mandatario ha negado hasta ahora que tuviera conocimiento de sus andanzas.

Los “contadores” de Los Zetas


Para Calderón, el caso de este grupo criminal “es muy particular”. “Los Zetas son peculiares también porque también operaban territorialmente organizados en plazas, células, estacas. Esta imitación del despliegue militar en el territorio pudo haber contribuido a que creciera la lógica del control territorial que es la variable determinante y nueva en el tema de violencia y homicidios en México", explicó.

Además, rememoró que Los Zetas actúan como “una especie de confederación". Estos grupos, dice, actuaban con relativa autonomía y se organizaban a través de la figura de los “contadores” de cada división para realizar operaciones comerciales coordinadas.

“Esta figura del ‘contador’ devino en un elemento cada vez más importante en la operación del crimen organizado”, destacó el ex mandatario de 57 años. Cuando su gobierno capturó a uno, en el estado de Veracruz, “tenía registradas las compras y las ventas de mercancías, en particular drogas, los ingresos y los gastos, entre ellos el de la nómina propia (sicarios, informantes, halcones) y la ‘nómina legal’: la lista de policías, agentes y funcionarios públicos estatales y municipales sobornados", describió.

De aquella contabilidad se desprendía la importancia de las actividades realizadas por estos criminales: el narcotráfico a Estados Unidos continuaba siendo la actividad más rentable, seguida del narcomenudeo.

El tercer negocio más rentable era, en palabras de Calderón, la trata de personas, así como el secuestro y la extorsión, y posteriormente el cobro de “derecho de piso” y el “huachicoleo”, como se le conoce en México al robo de hidrocarburos.

La masacre de San Fernando


Calderón también se refirió a uno de los momentos más dramáticos en su sexenio: la masacre en la comunidad de San Fernando, en Tamaulipas, donde 72 migrantes (58 hombres y 14 mujeres), en su mayoría centro y sudamericanos, fueron ejecutados, de acuerdo con las autoridades, por los Zetas, ya que se negaron a pagar para ser liberados y tampoco quisieron incorporarse al grupo criminal.

“(Fue) un doloroso episodio”, dijo. “Uno de los más tristes en materia de seguridad durante mi administración, fue que los migrantes fueron puestos en manos de sus asesinos... ¡por los propios policías municipales de San Fernando!”, completó.

Un año después, en el mismo lugar, se encontraron, en fosas clandestinas, 193 cuerpos. La zona, que era uno de los pasos migratorios por donde se buscaba atravesar hacia Estados Unidos, se volvió uno de los más temidos de todo el norte.

“Como es lógico, si se le permite avanzar al crimen organizado, va pasando de una etapa a la otra, hasta terminar con la captura del Estado”, concluyó el ex mandatario.