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Yo no era "zeta; A las fiestas iba en contra de mi voluntad, pero tenía que ir”

Antes de empezar a trabajar para Los Zetas, Héctor Moreno Villanueva traficaba droga de manera independiente, como muchos otros lugareños de la región.

Después de huir de Allende en marzo de 2011, se instaló en alguna ciudad de Estados Unidos, donde continuó colaborando con las autoridades estadounidenses en sendos juicios contra la organización criminal.

En la entrevista, Moreno relató su carrera en el mundo del narcotráfico, al cual ingresó en el año 2000, después de que le fuera mal con unos camiones que tenía. Luis Garza, su amigo de toda la vida ya traficaba droga a Estados Unidos, por lo que decidió acudir con él a pedirle trabajo.

“Vendías 10 kilos de marihuana y ganabas 30 mil pesos para hacer arreglos a tu casa”. Garza, Moreno y los demás traficantes pasaban la droga en una camioneta por el puente a Eagle Pass y otros puntos de la frontera coahuilense con Texas.

Aunque siempre tenían los nervios de punta, lo hicieron varias veces, hasta que en 2003 Moreno fue descubierto y pasó un año en una cárcel estadounidense. Al salir regresó a México y se fue a vivir a Guadalajara. Allá estuvo hasta 2007, cuando recibió una llamada de Jesús Fernández, antes de que éste se volviera suegro de Omar Treviño Morales. Fernández le dijo que se regresara a trabajar con él.

En esa época, Los Zetas tenían a un hombre llamado Lucio Hernández Lechuga, alias El 100, como comandante en Allende, mientras que Galindo Mellado, alias El 10, era el jefe en Piedras Negras. Bajo el permiso de ellos empezó a trabajar.

“Yo no era Zeta. Lo que menos quería hacer es juntarme con ellos. A las fiestas iba en contra de mi voluntad, pero tenía que ir”, explica. Antes de que los Zetas llegaran a Coahuila, la droga se movía de forma independiente o, mejor dicho, la policía judicial era quien coordinaba el negocio. Cada traficante pagaba a judiciales y demás funcionarios involucrados por permitirles traficarla.

De acuerdo con su relato, fue en 2007 cuando los Zetas llegaron al norte de Coahuila, obligando a todos los que traficaban a que les pagaran directamente a ellos. No eran socios ni colaboradores, Moreno asegura que él y Garza eran sus trabajadores. Además de drogas, los Zetas controlaban el tráfico de armas, juguetes y ropa. Si se perdía el cargamento en el camino, los zetas tenían la capacidad de recuperarlo. “Antes, con el gobierno a cargo, era más difícil si algo pasaba en otros estados”.

Los Zetas agilizaron el tráfico pero era complicado el sigilo. “Había un estrés constante porque un chisme podía ocasionar problemas y había mucho chisme alrededor. A varios los mataban por eso. Coahuila era su paraíso porque no sólo tenían todo bajo control, sino que a su vez, había nulo conflicto, nula violencia, y ellos vivían en paz, podían moverse dentro y fuera sin ser molestados por el Estado o la Policía Federal”.

Moreno muestra un mapa de Allende en su teléfono e indica el camino federal donde estaban los puestos militares que tampoco hacían nada contra Los Zetas, quienes, según él, no se ocultaban. Incluso usaban dos jets para traer a sus fiestas ruidosas a músicos como la Banda MS, Jerez, Margarita la Reyna de la Cumbia y Germán Lizárraga.

Para que esto ocurriera, considera, alguien debió haberles vendido la plaza, lo que significa que el gobierno los dejó establecerse. Incluso incursionaron en el negocio legal del carbón, además de invertir en hoteles, ranchos, casinos y gasolineras. Entre 2008 y 2010 cruzaban 400 kilos por mes, por Piedras Negras, mientras que por Guerrero había veces en que pasaban hasta 600 kilos en un solo día. De acuerdo con Moreno, todo esto cambió en 2010, cuando entraron en guerra con el Cártel del Golfo, e impusieron un impuesto especial a sus traficantes.

Además de la cuota que tenían que pagar de manera regular, debían dar una extra en dinero y otra en armas. Estos cobros desataron otra dinámica de violencia que se sumaba a la que ya existía por la ruptura entre zetas y CDG. Moreno afirma que los líderes de los zetas vivían en Coahuila desde 2007.

Lazcano en Monclova y los Treviño en Saltillo, aunque después de la boda de Omar con Carolina, los hermanos zetas pasaban temporadas en la región de los Cinco Manantiales. Dice que Z-40 y Z-42 eran desconcertantes. Según Moreno, Lazcano era más centrado que los Treviño. Lazcano fue reportado oficialmente como muerto en 2012, aunque su cuerpo fue robado de la funeraria por un comando armado.

Entre 2009 y 2012 los Zetas empezaron a invertir en otros negocios legales como bienes raíces, maquinaria, gasolineras, hoteles de paso, agencias de autos, casinos y sobre todo la venta del carbón. “Tenían varios tajos, minas abiertas, tenían mucho. Controlaban todo el carbón. Agarraban los mejores contratos ellos.

Aparte compraban a todos los chiquillos, productores chicos, que compraban el carbón… les daban lo mínimo, compraban toda la producción, y vendían a comisión.

Le vendían hasta a la CFE”. Moreno dice que extraña Allende. “Si lo extraño, pero ya no hay ni cómo volver. Me linchan. La misma gente. Pero si vuelves como jefe, ahí te van a andar haciendo fiestas. Pero si vuelves así, pues no…”.